Redes

Historias

Transformando lo abstracto

Por: J.D Ramirez

Solo rozar sus dedos fue una invitación, verla allí fue un llamado que no pude reprimir, su mirada parecía querer alcanzar el cielo, la luz blanca se reflejaba en su rostro, un rostro como el que jamás había visto, con paz, con sosiego, sin la preocupación de los días por venir, no pedía nada, no ofrecía nada.

Ella allí, en el altar, una ofrenda sin nada profano, yo no era capaz de romper tan santo silencio, contenía la respiración lo mas que podía para así tratar de alcanzar su mismo nirvana; pero mi pulso lleno de vida me ponía tan cerca y tan lejos, yo estaba ruborizado y ella muy natural; me avergonzaba de mi mismo porque sabia que estaba ante la demostración de vida mas grande que había visto jamás.

No me atrevía a recorrer con mi mirada su cuerpo pero algo dentro de mi gritaba que lo poseyera, que lo tomara, porque cuando yo estuviese así no podría alcanzarla.

No había ruido, no habían promesas. Le dije que la amaba pero ella se mantuvo incólume, mejor así, porque realmente no la amaba, solo la deseaba… quizás por eso no me respondió, por un momento pensé que me reprocharía mi mentira, más su perlada sonrisa me contestó lo contrario.

Ella estaba disfrutando el juego tanto como yo, aunque todo me decía que debía apurarme, no quería abalanzarme sobre ella como una bestia sobre su presa, este momento debía ser disfrutado y degustado, era un banquete servido en porcelana; el vino sagrado ya había sido extraído de ella pero en mi se acumulaba y palpitaba, no había cabida para el temor, no hay infidelidad en lo perfecto.

Me pregunte a mi mismo si era feliz y solo hasta ahora sabia lo que era ser amo y señor de un amor, un amor puro y sin prisas y al fin sabia lo que era la felicidad, la estaba tocando con mis propias manos y le estaba dando forma a lo abstracto.

Pero era algo que se iría conmigo, el mundo no esta preparado para tanto y para tan poco, tenia la verdad frente a mi y solo me traía mas preguntas; sentía pánico, de no estar a la altura, de no dar lo mismo que estaba recibiendo, porque es una ley, porque no está escrito.

Aún así la tome, sin prisas, con un poco de torpeza al principio ya que no quería dañar el momento, pero después no podía pensar en mas nada, era esto lo que había esperado por tanto tiempo, lo que tantos años había guardado en el fondo de mi corazón ahora me pertenecía y me parecía un sueño, aun lo recuerdo como a través de una bruma. Mis manos aun guardan su textura, conocí sus colinas y sus valles, el cielo de su boca se abría ante mi cada vez que la poseía y era como conocer lo mas intimo que ella pudo haberme mostrado, su secreto mejor guardado… y sucumbí, ante ella… dentro de ella!

Minutos después volví a la triste realidad, que debía dejarla, olvidarla y romper los amarres, que era nuestro hola y adiós, porque esta era nuestra despedida y ella… debía ser enterrada mañana.

J.D.R 09/09/2010