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Te extraño

Por: J.D Ramirez

Los días son una constante monotonía. Al final no sé que pensar, porque solo cuando no estás es que me acompañan tus recuerdos.

Cierro mis ojos y puedo sentir tus manos recorriéndome. Es como si pudiera sentir tus cabellos entre mis dedos. Puedo olerte tan cerca como cuando estabas a mi lado. Quiero concentrarme y no puedo.

Necesito terminar lo que estoy haciendo, pero de nuevo estas allí, susurrándome al oído, arañándome la espalda, golpeándome con fuerza y escupiéndome en el rostro. Por más que leo lo que tengo en mis manos, no logro entender ni una sola palabra ya que se vuelve una mancha borrosa sobre un fondo blanco.

Te necesito más que nunca, te anhelo con todas mis fuerzas, no es a ti a quien quiero, son tus uñas entre mis piernas las que deseo. No me interesa tu día, me importa una mierda tu trabajo, solo pienso en ti halándome el pelo mientras sueltas toda tu rabia.

Quiero ahogarte con mi carne, afincarme con todo mi peso, apretarte el cuello hasta que te quede poco aliento. Nunca me había sentido así al pensar en alguien, tan vacío como la o en dios.

Tu perfume me evoca al instante tu desnudez y me llega a la mente la imagen de la correa cayendo sobre tus nalgas. Es extraño, pero los recuerdos me vienen como en tercera persona, me veo a mi mismo amordazado y con las manos atadas mientras muerdes mis tetillas con fuerza.

No había quejas, solo gemidos. Había mucho sudor y nada de arrepentimiento. En el cuarto sobraba un Mesías y no éramos ni tú ni yo. Los olores se mezclaban junto con palabras sucias. Tus dientes me dejaron huellas que al verlas hacen que mi corazón palpite con más fuerza.

Quiero estar nuevamente de rodillas ante ti. Deseo que seas la virgen a quien dirigir mis plegarias. No hay mejor forma de expiar las culpas y pecados que a través de este placentero dolor.

J.D.R. 15/11/11